Algunos ganan medallas, otros rompen records y otros... despegan como Eddie "The Eagle"



















Las películas sobre personajes del deporte nos han acostumbrado a ver historias de personas que, con constancia y dedicación, superando los más difíciles obstáculos, han logrado realizar sus sueños y convertirse en campeones mundiales dentro de sus disciplinas, ganar medallas en los Juegos Olímpicos, entre otros grandes logros. Estamos acostumbrados a ver a súper humanos.
Sin embargo, Eddie the Eagle (2016) no es el caso. El film biográfico nos cuenta la vida de Michael "Eddie" Edwards, quien en 1988 representó al Reino Unido en el salto de esquí en los Juegos Olímpicos de Invierno. El país no contaba con representantes en esta categoría desde 1928.

Eddie no sobresalió por su talento ni por las distancias de sus saltos. El comité Olímpico del Reino Unido trató de cerrarle las puertas. No mostraron su apoyo y hasta cambiaron algunas normativas desactualizadas para que Edwards no lograra el pase al evento. No obstante, tras su participación en el Campeonato Mundial de 1987, donde quedó en el puesto 55, clasificó a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988, en Canadá.

En las olimpiadas Edwards quedó en el último lugar tanto en el salto de 70 metros como en el de 90. Pero lo que lo llevó a la fama fue su coraje y su perseverancia.

Dexter Fletcher (Director), Hugh Jackman, 
Michael Edwards (The Eagle) y Taron Egerton
Aunque para muchos deportistas fue embarazosa la participación del Águila en las olimpiadas, para él y quienes lo conocían, además de para la gente común, fue un ejemplo admirable de persecución de sueños. El público se enamoró de él y de su constancia, de su emoción por participar en los juegos, su sinceridad y su logro, a pesar de todo y de todos. Su intención no era convertirse en el campeón, solo quería participar en los juegos —sueño que tenía desde niño—, representando a su país en la disciplina que tanto le apasionaba.

La actuación de Taron Egerton es tan asertiva como se puede. El papel de Hugh Jackman le brinda un equilibrio necesario al film y la aparición de Christopher Walken es la bola de helado sobre algo que se suponía sería solo un brownie.



8 ★



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