Gregory Crewdson

Hay quien escribe para no olvidar lo poco que recordamos. 

No recuerdo casi nada de mi infancia, ni a mis primos antes de las barbas. Recuerdo el nacimiento de la nueva generación, no recuerdo quién fue el primero. He olvidado el cine en el que vi la primera película, tampoco recuerdo la película. 

A veces creo que he olvidado cosas realmente importantes, aunque quizá todo termina siendo importante. Me pesa no recordar lo que aprendí en cuarto grado y el nombre del primer amigo. Olvidé el día en que dejé de ser adolescente o cuando mi madre me encontró la primera cana —prematura, por cierto—. No recuerdo el nombre de los labios que me estrenaron ni el lugar en el que me eché a llorar a causa del primer gran golpe de camino. No puedo recordar, aunque trato —de verdad lo intento—, ni el rostro ni la voz de la mujer que me dijo que nunca diría lo suficiente. 

Recuerdo algunas cosas por su olor. Tengo el olor del café que hacía la abuela y el de las galletas que siempre me negaron los adultos. Recuerdo el perfume de tío negro, porque me despertaba jalándome los dedos de los pies. El olor de «Whiskey», mi primer perro. De la primera oficina de mi madre, era el aire, allí olía diferente. Recuerdo a qué huele Santo Domingo, pero no su gente. 

Me preocupa olvidar más adelante la temperatura de esos pies descalzos. 

No me preocupa olvidar lo que he escrito, sino cómo lo escribí.

«Soy extraño a los ruidos de las ciudades, de la gente, a la codicia de la maquinaria que no duerme, al zumbido de la fuerza que devora la noche.»

«Porque vivimos en un vientre de ilusión colectiva, nuestra libertad no pasa de ser un aborto. Nuestra capacidad de alegría, de paz y de verdad nunca queda liberada. Nunca se puede usar. Estamos prisioneros de un proceso, de una dialéctica de falsas promesas y engaños auténticos que acaban en futilidad.»

«El hombre que se atreve a estar solo puede llegar a ver que el "vacío" y la "inutilidad" que la mente colectiva tiene y condena son condiciones necesarias para el encuentro con la verdad.»

«El solitario, lejos de encerrarse en sí mismo, se hace en todos los hombres. Reside en la soledad, la pobreza, la indigencia de todo hombre.»

«La colectividad no sólo necesita absorber a todo el que pueda, sino también, implícitamente, odiar y destruir a todo aquel que no pueda ser absorbido.»

Citas tomadas de "La lluvia y el rinoceronte", de Thomas Merton
36 estaciones que has recorrido
desde que saliste del vientre de tu madre,
más maravillosa desde ti.
Suma 36 años la Tierra,
sosteniendo tu andar
y abriendo caminos seguros para ti.
Son más de 36 tus buenos actos para con los otros,
tu bondad y disposición incondicional.

A Dios gracias por ti, porque respiras, cantas y vives.
                               Porque te vivo.

Tienes ojos que saltan, tanto como tu espíritu ante la necesidad del prójimo;
una sonrisa que complace, comparte y que se alimenta de más alegría;
unas manos que trabajan, tocan e invitan al aguante;
una espalda valiente, que se mide contra el mundo, y no tambalea;
un corazón firme y decidido, dado a la humildad de lo claroscuro.

Has visto cómo otras cosas nacen de ti,
                               y son buenas, similares.
Han pasado muchas cosas ante tus ojos,
las has sabido mirar, entrándote en lo que regocija.

36 años han bastado para muchos amores,
para intentarlo varias veces,
para fallar...
                               llegar a lo esperado.

Los frutos de la vid han brotado sobre tus hombros,
la dulzura del placer está fijada en tu semblante,
los matices se adecuan al ánimo de tu andar.

Sumas hoy 36

by on 5.9.14
36 estaciones que has recorrido desde que saliste del vientre de tu madre, más maravillosa desde ti. Suma 36 años la Tierra, sosten...