El pasado domingo 26 de febrero de 2012 se llevó a cabo la octogésima cuarta entrega de los Premios de la Academia, en Hollywood, California (Estados Unidos), en el teatro Kodak. La noche más esperada por actores, actrices, productores, directores, sonidistas y cualquier otro que forme parte del proceso que implica realizar una película, quienes reciben el reconocimiento de su trabajo justamente en la entrega de los Premios Óscar.

El pre-show de la ceremonia, la conocida «alfombra roja», se ha convertido en un evento en sí mismo. Durante las dos horas previas al evento los medios de comunicación que cubren el evento se conglomeran para recibir a los nominados y otros artistas representativos que asisten al evento. La 84° edición no fue la excepción. Distintas celebridades lucieron sus trajes de diseñador, en el intento de quedar bien parados ante la fashion police, siempre tan atenta en cuanto a cómo lucen todos los asistentes al evento.
Love Actually ―o Realmente Amor, como se le conoció en Hispanoamérica―, es una comedia romántica que además de dejar al espectador totalmente enamorado, o al menos con la certeza de que el amor ciertamente existe, es un compendio de historias que giran en torno a las distintas formas de amar y, más importante aún, de expresarlo.

Contar cada una de las historias que se desarrollan en la película es una idea atractiva que incita al proceso creativo y que pondría a prueba la memoria de más de uno. Sin embargo, esta sinopsis es sobre la historia de Jamie (Colin Firth). 
Historia y origen
El miércoles 8 de febrero, en una de las tantas aulas del pasillo central de la UNICA iniciaba la clase de Apreciación Cinematográfica, cátedra dictada por el profesor Radamés Larrazábal, quien además de docente es un estudioso del séptimo arte. Como consecuencia de su pasión por el cine, las clases se convierten en una especie de foro donde, entre el título de una película y otra, se inmiscuye y aglomera el origen y toda la historia del cine. 

El evento a reseñar no fue la excepción. Mientras el profesor acomodaba todo ―siempre meticulosamente― para arrancar la charla, el ruido del pasillo y la inquietud de alguno de los presentes me hacía correr encasillada en mi pupitre. Finalmente, la lámina con la imagen de Dédalo e Ícaro dio paso a la explicación del origen del cine. Y es que según este relato de la mitología griega, el hombre siempre ha tenido el deseo de volar. 900 años a. C. ya había sido ilustrada la imagen en la que Dédalo impulsa a Ícaro con las alas que había diseñado para que su hijo pudiese experimentar lo que ya él había logrado: volar. 1800 años después el hombre consigue volar por primera vez, con la invención de los hermanos Wright.